COMPATRIOTAS by Pulido

A Liang Cristi, que siempre está a mi lado

Cuando cultura e idiosincrasia promueven, ambas, virtudes a crédito desde el sentido moral de pueblo y la marginalidad social que le corresponde, los proyectos de arraigo se pasan reclamando capitales. Este método permite en sus espacios de difusión como historiadores, cuyo estilo y formato atiende sólo argumentos de inspiración del “buen chiapaneco”, que cada vez sea más difícil sobrevivir a nosotros mismos: pertrechados en la soberbia interactiva indio-cacique, adelitas- tartamudos, crímenes sin castigo-oeneges.
Estos repetidos homicidios pasionales han hecho posible –desde los primeros comunicados del EZLN- el mercado libre de la lengua: socialismos teóricos, literatura hipernacionalista, integración del Estado a la Beavis & Butthead en proyectos, sugerencias y hasta sabores gracias a la configuración política de lo que antes era habitable y hoy es, además, reconocible.
Ya sabemos, pues, donde está Chiapas, su extensión y diversidad, los eternos ajustes políticos de transición –urgentes pero no necesariamente correctos- por lo que parece sublimarse de manera casi natural el retroceso de todos sus procesos históricos.
El futuro se confunde con el pasado inmediato y desestima contenidos a favor de formas endémicas de “identidad”; cultura sin encono, apuntarían el Chunco o el Pacho, el mismo gobernador, quienes circunscritos a la misma franja de “cultura”, hacen de Chiapas un bonito parque temático que con gusto cargamos en rostro y espalda en señal de que somos hermanos, compatriotas ¿o no, vos?
Para eso sirven los puntos en común, las representaciones poéticas, sacar ventaja para llegar antes que “otros” aun sabiendo que los “otros” somos nosotros mismos. Llenar la canasta de cangrejos mientras el terruño es la más simple descripción de niños mendigando y su imagen correspondiente.

Luis Daniel Pulido

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